Yo iba a bailar a Tropi. Miraba a la gente del público y después veía cómo estaban los del escenario, todos vestidos con voladitos, tipo flamenco. Parecían Loco mía. Me preguntaba: ¿Esto es un grupo de cumbia? Eso es un desastre. Y bueno, también pensaba que había que hablar como los pibes de la calle. Y utilizar frases tumberas que acá en la Zona Norte todos conocen: jilguero, gato, bigote. Bueno, así empezó todo. Mirá la bola que se armó.
¿Sigue fuerte "esa bola"?Sí, aunque la movida cambió, de mí dependen sesenta familias: ya de plomos son veinte. Después mi viejo, que labura conmigo, el Chino, la gente que está en lo oficina con el Chino, la gente de las luces. No puedo parar. Si paro me hago pelota yo mismo. Lo único que sé hacer es música. Si no, volveré a mi antigua empleo: ciruja. Vuelvo al cobre. Vuelvo a vender un kilo de cobre por doce pesos... ¡Tiemblan los cables de teléfono! (ríe).
EL NEGRO FUMANCHERO
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