Rickshaw City 3D

miércoles, 10 de junio de 2015

A algunas cuadras de la 202 y el ramal Tigre de Acceso Norte, atrás de Carrefour, por la calle Humaita, vive Norma. Rubia, amable, locuaz, Norma no para de fumar y tomar mate en su cocina. Invita: "Subí, que Pablo está chateando". Podría ser la escena de cualquier familia suburbana con hijo adolescente, pero el que está chateando —"con cuarenta pibas en espera"— es Pablo Lescano, héroe de la clase trabajadora, inventor de la cumbia villera y adicto a drogas pesadas y baratas: paco, crack... "Todas. Todas", dice, terminante.

Ahora Lescano está feliz en su casa materna. Una enorme estufa combate el frío de San Fernando; las temperaturas polares que castigan a Buenos Aires apenas se pueden adivinar a través de una tele de mil pulgadas que reproduce lo que ocurre en las veredas. Las cámaras de seguridad apuntan a viejos que pasan con sus gorras, perros, bicicletas. Es curioso: la realidad más ramplona se mete por circuito cerrado y en el equipo se escucha una cumbia santafesina; imagen y sonido se integran como si fuera un melancólico clip de cumbia.

Los días de Pablo Lescano transcurren entre dos realidades bien diferentes: de lunes a viernes está internado en un instituto de rehabilitación (él lo llama "comunidad terapéutica") y los fines de semana sale a tocar (él dice "a ganar el mango") con su grupo Damas Gratis.

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